¿Sabías que los hombres también tenemos un punto G como el de las mujeres? Se llama Punto P y se encuentra en una zona especialmente sensible a la estimulación y la excitación sexual. Se sitúa en el recto donde se tiene acceso a la próstata de forma interna.
Para muchos, esto no será ningún descubrimiento. Pero ¿y si te digo que no es la única parte del cuerpo capaz de producir estas sensaciones placenteras? Sí, es cierto, así que presta atención a lo que vamos a contarte sobre ellos.
¿Qué son los puntos de placer?
Los puntos o zonas erógenas son aquellas partes del cuerpo que despiertan una especial excitación sexual cuando las estimulamos.
Por lo general, son zonas corporales más sensibles que otras debido a la cantidad de terminaciones nerviosas. Aunque si bien, hay un componente fisiológico, no podemos obviar que nuestra mente también juega un importante rol a la hora de que estos puntos “se activen o desactiven” y que provoquen más placer que otros. De hecho, muchas de estas partes sólo se “despiertan” en los preliminares de la penetración, lo que hace que nos perdamos una experiencia mucho más satisfactoria.
Entonces ¿existen zonas erógenas universales para todos los hombres?, ¿podríamos clasificarlas?, ¿cómo podemos estimularlas? Tenemos respuestas a estas preguntas.
Tipos de zonas erógenas en el hombre y cómo estimularlas
Bueno, seamos honestos: hay puntos más conocidos que otros, somos conscientes de ello. Se clasifican en dos tipos, puntos primarios, los más «populares», y puntos secundarios, los más «sorprendentes». dejaremos los más “inexplorados” más adelante… para los más aventureros.
Puntos primarios de placer en el hombre
Cuando hablamos de puntos primarios, nos referimos a aquellas zonas directamente relacionadas con la actividad sexual, como los genitales, por lo que suelen ser comunes a todos los hombres:
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Pene: posiblemente, el punto erógeno más común del hombre, está repleto de terminaciones nerviosas. La parte del frenillo es capaz de hacernos alcanzar una excitación especialmente intensa. Las formas de estimular el pene son casi infinitas, seguro que no necesitáis más indicaciones.
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Escroto: es la piel que contiene y protege los testículos. No hace falta mencionar lo sensible que es esta zona, aunque esto puede jugar a nuestro favor cuando hablamos de estimulación sexual. En concreto, la zona intermedia, llamada rafe, es sumamente placentera.
Hay hombres que se sienten muy excitados con el contacto de la lengua y los labios en esta zona. Debido a la sensibilidad de la zona, hay que jugar con las sensaciones que se despiertan, que varían entre las cosquillas y el dolor.
Puntos secundarios de placer en el hombre
Estos puntos tienen una gran capacidad para despertar placer. Habrá hombres que experimenten más excitación en unas zonas que en otras. Podríamos decir que son puntos subjetivos de placer. De hecho, aunque no son considerados puntos “primarios”, algunos hombres llegan al orgasmo con ellos.
Estos puntos pueden ser explorados tanto de forma individual como en pareja. Pero para hacerte la vida más fácil, te ofrecemos algunas ideas para que las puedas realizar en compañía. Si te interesa explorar algún punto específico, haz partícipe de estas ideas a tu acompañante.
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Boca y labios: una de las partes más conocidas y que más juego dan. No tengas miedo de ir más allá de los conocidos besos. Podéis introducir en vuestras prácticas eróticas elementos como un cubito de hielo en la boca y de esta forma estimulamos el sentido del tacto, tanto por la textura como por la temperatura. Esto es solo una idea de infinitas posibilidades.
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Glúteos: el hecho de tocar o acariciar esta zona, es para muchos hombres una auténtica debilidad. Podéis recorrer esta zona con suaves movimientos periféricos, a modo de caricias. En cuanto comience a aumentar la tensión sexual, estos movimientos se harán cada vez más intensos y amplios. Quizá es momento de agarrar los glúteos con firmeza, de forma que se transmita pasión y deseo. ¿Estáis preparados para utilizar la boca en esta parte tan íntima del cuerpo? Eso sí que es abrirse a nuevas experiencias…
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Pezones: se trata de una zona particularmente sensible y con infinidad de posibilidades de estimulación. Como es una región muy subjetiva, algunos se sentirán muy excitados con el simple hecho de ser acariciados con dedos o labios; pero para los más “intensos”, ¡es hora de probar con ligeros pellizcos y mordiscos en los pezones!
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Pecho: no solo los pezones son puntos erógenos. El pecho en sí es una gran zona susceptible de ser estimulada a través de múltiples prácticas y técnicas. Un buen ejemplo es jugar con la tensión con caricias o besos que van desde la parte superior del pecho hasta el abdomen. Al repetir este recorrido de ida y vuelta, se crea una excitación muy intensa. Aunque siempre se puede añadir un plus si este mismo recorrido se hace con la lengua…
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Cuello y nuca: nos puede provocar desde la más absoluta relajación hasta una excitación incontrolable. La cuestión es el cómo. Si eres nuevo en esto, es mejor que tu acompañante empiece por lo más suave: caricias con los labios que van desde la base de las orejas hasta las clavículas y la nuez. Pero quien dice labios, dice lengua. Y si sigue siendo poco, se puede probar con esos mordiscos que mencionamos anteriormente.
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Orejas: para muchos, el lóbulo es una zona especialmente sensible por sus terminaciones nerviosas. Quizá lo más interesante a conocer de esta zona no es lo que se puede hacer, sino lo que se debería evitar: soplar fuerte en el tímpano o meter la lengua de forma brusca. La clave es tener delicadeza en esta parte del cuerpo, el resto sale solo.
Otras zonas erógenas del hombre
Quizá estas no sean tan conocidas como las que hemos mencionado, pero eso no quiere decir que sean menos excitantes. Seguro que alguna de ellas os harán disfrutar de vuestros encuentros mucho más:
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Muslos: también son una zona placentera y la excitación va en aumento a medida que nos acercamos a la zona genital, especialmente en la cara interna. Si el foco es llevar la tensión sexual a su máximo, podéis crear un nuevo recorrido, que vaya de la zona más baja a la parte más cercana a los genitales. Lo que utilicéis para estimular este recorrido es cosa vuestra…
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Ombligo: más que el ombligo en sí, nos referimos a la zona entre este y los genitales. Ese recorrido del abdomen puede aumentar la tensión sexual cuando es estimulado. Si habéis leído la propuesta del pecho, podríamos decir que esta es la “continuación”. Debido al flujo sanguíneo de esta región, la tensión sexual es altísima si recorremos esta zona con los labios. Nota mental: no os olvidéis de los huesos de la cadera, las sensaciones no os dejarán indiferente.
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Espalda: en efecto, la espalda es una zona lo suficientemente amplia como para dejar volar nuestra imaginación y dar rienda suelta a ciertas fantasías sexuales. Ya hemos hablado de la posibilidad de incorporar hielo pero, ¿y velas eróticas? La sensibilidad de la espalda es particularmente buena para empezar a experimentar con contrastes de temperatura que nos van a provocar todo tipo de sensaciones.
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Manos: pues sí, tanto la palma, como el dorso y los dedos son zonas que pueden despertar excitación por la sensibilidad que tenemos en las manos. Aquí el tacto tiene mucho que aportar. Para despertar nuevas sensaciones, pueden usarse plumas, diferentes tejidos (como la seda), o recurrir a los labios y la lengua.
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Párpados: es una parte del cuerpo muy sensible debido a que en ellos confluyen numerosos nervios. Con los ojos cerrados, se puede estimular esta zona mediante caricias circulares y suaves besos.
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Rodillas: realmente la parte más erógena es la parte trasera (corva), que nos puede llegar a provocar cosquillas placenteras. Juega con las diferentes presiones, todo depende de cómo se estimule: manos, labios, lengua…
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Axilas: tiene un gran potencial erótico, sobre todo la parte baja pegada al pecho. Las curvas y pliegues que forman son de especial sensibilidad, así que la excitación que puede generarse en esta zona es muy alta. Una vez más, el erotismo reside en ser capaces de despertar una sensación agradable en una región que puede provocarnos cosquillas.
Zonas “prohibidas”
No hace falta aclarar que no hay zonas prohibidas en el cuerpo. Pero sí es cierto que los puntos erógenos que vamos a comentar a continuación son especialmente controvertidos por su ubicación y por la carga negativa que conlleva para el hombre, ya que han estado vinculados desde la antigüedad a múltiples tabúes y estigmas, pero sabemos que ya va siendo hora de eliminar y superar. A continuación conocerás el porqué:
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Perineo (el punto L): se encuentra en la cara superficial del músculo pubococcígeo, es decir, la parte del cuerpo que va desde el escroto hasta el ano. Por la cantidad de terminaciones nerviosas que tiene, puede darnos mucho placer al ser estimulada, por lo que recibe el nombre de Punto L. De hecho, es una zona íntimamente ligada a la eyaculación y la intensidad sentida del orgasmo dado que se estimula, de forma externa, la próstata masculina. Esta estimulación genera una excitación más progresiva que la que podemos sentir con el pene, pero también alcanza intensidades más “profundas”.
Para empezar, se puede masajear esta zona con los dedos índice y corazón con movimientos circulares. La intensidad del masaje es de libre elección. Depende de cómo nos sintamos, podemos ir a más (o menos).
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Ano (punto P): las paredes anales son muy sensitivas, incluso la parte más externa. Por lo tanto, una forma de aumentar la líbido, es la estimulación de esta zona. No hay que tenerle miedo a probar, si se hace con las adecuadas medidas de higiene, es una práctica segura y (muy posiblemente) placentera. Incluso para repetir.
Aquí es donde entra en juego el famoso punto P, situado en el interior del ano y conectado a la próstata en su cara anterior. Para alcanzarlo es necesario introducir un dedo (por poner un ejemplo) y ejercer una ligera presión en forma de gancho sobre esta pared. Una vez alcanzado, pueden ejercerse pequeñas presiones y movimientos que resulten agradables, aunque si es tu primera vez, es normal que sientas cierta incomodidad. No dudes en tomarte el tiempo necesario.
Por otra parte, la estimulación del punto P no solo conlleva beneficios en la satisfacción sexual, también cabe destacar su importancia a la hora de reducir el riesgo de cáncer de próstata. Pues hay estudios que indican que la estimulación del punto P es un método preventivo para este tipo de cáncer.
¿Y si combinamos las zonas erógenas? Las sensaciones que pueden despertar en nuestro cuerpo son indescriptibles. Podemos estimular más de uno de estos puntos a la vez, por ejemplo, masajear los lóbulos de las orejas mientras recorremos los pezones.
¿Y qué tal si probamos estimular el punto P y masturbarnos a la vez? Esto puede ser especialmente útil al principio, cuando aún no se está familiarizado con las sensaciones del tacto anal.
La importancia de la estimulación mediante caricias
Ya conoces los diferentes puntos y las sugerencias sobre cómo estimularlos, pero aunque existen “zonas” clave de placer, no queremos que pierdas de vista todo el potencial que tiene el poder de las caricias.
Cuando hablamos de las caricias, hay que tener en cuenta que no es solo una forma de estimulación. Las caricias son mensajes con los que comunicarnos con nosotros mismos y nuestras parejas. Las caricias son, por lo tanto, una forma de afecto, de intimidad, de apoyo y, por supuesto, de erotismo.
Incorporar las caricias a los encuentros es esencial para explorar y conocer nuestras preferencias o límites, y marcar retos como qué nuevas prácticas podrían probarse. Mediante las caricias, descubrir estos horizontes se convierte en toda una experiencia.
¿Qué elemento físico suele estar presente desde el inicio hasta el final? Sí, las caricias suelen formar parte de todo el proceso erótico durante los encuentros sexuales en la mayoría de parejas. Muchas veces son el despertar del deseo y la despedida al finalizar. Por lo tanto, las caricias son tan parte de tu sexualidad, o más, que la penetración.
Conclusión
Nuestro cuerpo es un gran mapa que esconde auténticos tesoros del erotismo. Y lo bueno es que podemos descubrirlos solos o en compañía. Sabemos que ciertas zonas que hemos mencionado son placenteras de por sí, algunas pueden generar rechazo y otras querremos visitarlas una y otra vez. Quizá es también momento de añadir a tus prácticas un poco de jugueteo con el dolor, aunque de eso hablaremos detenidamente en otro artículo. En definitiva, las posibilidades son infinitas. Recordad siempre que ¡el límite lo ponéis vosotros!
Andrés Suro
Autor: Andrés Suro (Sexual Coach en MYHIXEL)
Psicólogo especializado en el área social y experto en sexología aplicada a la educación.