¿Qué tiene que ver mi pasado con que tenga eyaculación precoz?
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Antes de empezar este artículo, quiero que sepas algo: la eyaculación precoz es un problema más común de lo que piensas que afecta a muchos hombres en algún momento de sus vidas. Algunos lo tienen de forma puntual y otros temporal, pero (casi) todos la experimental.
Si bien muchas veces se asocia con causas inmediatas, es decir, factores que están ocurriendo en el presente, como por ejemplo, una enfermedad, muchas veces pasamos por alto la relevancia del pasado, incluyendo su historial de aprendizaje, experiencias sexuales previas y creencias culturales, que dan pie a que algunas condiciones, como la eyaculación precoz, se desarrollen poco a poco.
¿Pero entonces no tiene solución? ¡Claro, que la tiene! En este artículo, analizaremos de qué forma ciertos factores del pasado pueden influir en la aparición de la eyaculación precoz, y qué se puede hacer para recuperar el control eyaculatorio.
Diversos factores pueden influir en la eyaculación precoz, desde aspectos físicos hasta psicológicos. Sin embargo, en este caso, nos centraremos en los factores psicológicos y emocionales relacionados con el pasado, que muchas veces se pasan por alto. Y aunque puedan parecer pocos, son clave para entender nuestra situación actual:
Historial de aprendizaje sexual
Creencias morales y sentimientos de culpa
Falta de educación sexual adecuada
Ansiedad y desconocimiento acerca del cuerpo y el sexo
Estos aspectos no solo afectan la forma en que una persona experimenta su sexualidad, sino también en su respuesta sexual, incluyendo el control eyaculatorio. Vamos a ir desgranándolo uno a uno.
Desde muy jóvenes, comenzamos a desarrollar creencias sobre la sexualidad a partir de las experiencias que tenemos, las observaciones que hacemos y las enseñanzas que recibimos. Por ejemplo: si un hombre ha crecido en un ambiente donde el sexo era visto como algo vergonzoso o tabú, es posible que haya aprendido a adelantarse durante el acto sexual o a sentir que la sexualidad es algo que debe ocultarse o vivirse con rapidez, lo que obviamente puede derivar en dificultades para controlar la eyaculación.
Además, si las primeras experiencias sexuales fueron incómodas, cargadas con inseguridades, nervios y en espacios poco privados o íntimos, el cuerpo puede haber aprendido a responder con rapidez como si fuera un método de “huida ante el peligro”. Esta “memoria corporal” puede persistir, dificultando el control en la vida adulta.
En muchas culturas, incluyendo la occidental, la sexualidad ha estado rodeada de normas morales estrictas, lo que a menudo genera sentimientos de culpa o vergüenza. Si durante la adolescencia o juventud has sido educado en un entorno que asociaba el sexo con algo sucio o un pecado, esto puede haber causado un conflicto interno que aún repercute en el presente. La culpa por el deseo sexual o por la masturbación, por ejemplo, puede llevar a comportamientos de auto-castigo, como darse prisa durante el sexo, lo que a su vez refuerza la falta de control eyaculatorio.
La falta de educación sexual adecuada es uno de los factores más determinantes en los problemas sexuales de los adultos. Sin un conocimiento claro de cómo funciona el cuerpo, los ciclos de excitación y las respuestas sexuales, muchos hombres crecen con una gran dosis de desconocimiento acerca de lo que es normal o lo que se espera de ellos. Esto suele generar ansiedad, lo que afecta directamente al control eyaculatorio.
Los hombres que nunca han recibido orientación o educación sexual de ningún tipo y en particular sobre cómo funciona la excitación durante el sexo suelen referir sentir que no tienen control sobre sus cuerpos, lo que lleva a la eyaculación precoz. Por lo tanto, la educación sexual deficiente o inexistente también puede hacer que las personas desarrollen expectativas poco realistas sobre el rendimiento sexual.
Es posible que te preguntes por qué, si no habías tenido problemas en el pasado, ahora experimentas eyaculación precoz. Los factores pasados no siempre afectan de manera inmediata; a veces se desencadenan por cambios en las circunstancias actuales. ¿Cuáles? Estos son los tres principales motivos:
Estrés y ansiedad: no es ninguna sorpresa si te digo que la vida adulta trae consigo responsabilidades y preocupaciones que no tenemos durante la adolescencia, y el estrés o la ansiedad agravan el problema. Si en el pasado ya había una tendencia a la eyaculación anticipada, el estrés actual puede llegar a intensificarla.
Problemas en la relación: las dificultades a la hora de entender nuestras emociones o de comunicarnos con nuestra pareja pueden desencadenar eyaculación precoz. Si hay problemas de confianza, autoestima o miedo al fracaso, es común que se vea afectado el control eyaculatorio.
Condicionamiento anterior: si en las primeras experiencias sexuales has aprendido a darte prisa, puede que esta respuesta se haya consolidado y esté manifestándose, especialmente en situaciones de mayor tensión o expectativa.
La eyaculación precoz se diagnostica cuando un hombre eyacula con mínima estimulación sexual, antes o poco después de la penetración (en menos de 1 minuto), y antes de lo que él o su pareja desearían. Se considera un problema cuando ocurre de manera recurrente y afecta el bienestar emocional y la calidad de las relaciones sexuales.
Hay dos tipos principales de eyaculación precoz:
Primaria: Ha estado presente desde las primeras experiencias sexuales.
Secundaria: Se desarrolla más tarde en la vida, incluso después de haber tenido experiencias sexuales normales.
En cualquiera de los dos casos, los factores pasados pueden haber influido o intensificado el problema.
Llegados a este punto, quiero recordarte que, aunque tengas responsabilidad sobre el cambio y puedas probar diferentes métodos, los sentimientos de culpa, la frustración o el fracaso no son precisamente tus mejores aliados. Y es que, para recuperar el control sobre la eyaculación, es importante trabajar tanto en el presente como en resolver aquellos aspectos del pasado que aún pueden estar afectando. ¿Cómo? Puedes optar por:
Terapia sexual: con un terapeuta especializado que te ayude a identificar los factores del pasado que influyen en el problema y desarrollar nuevas estrategias para mejorar el control eyaculatorio.
Ejercicios de autoconocimiento: prácticas como el escáner corporal, que te ayudan a identificar los músculos del suelo pélvico, suelen ayudar a mejorar el control físico.
Reducción de la ansiedad: practicar la relajación y ciertos estilos de meditación ayudan a disminuir los niveles de ansiedad que afectan a la eyaculación precoz.
Educación sexual adecuada: si la falta de conocimiento es un factor que hayas podido identificar, siempre puedes aprender más sobre cómo funciona la excitación sexual, el orgasmo y las técnicas para prolongar e intensificar el placer.
A estas alturas, podrás hacerte una idea clara de cómo la eyaculación precoz no es solo un problema del presente; sino que muchas veces está ligada a factores del pasado que continúan influyendo en la vida sexual actual. Un historial de aprendizaje sexual que no encaja con tu esquema actual, creencias morales limitantes, culpa y falta de educación sexual son algunos de los factores que pueden haber contribuido a este problema.
La forma de potenciar tu bienestar sexual y mejorar tu autoestima sexual es ganar conciencia de estas influencias y buscar maneras de trabajar en ellas, ya sea a través de la terapia o de técnicas específicas para mejorar el control eyaculatorio. Recuerda que hablar abiertamente del tema y buscar soluciones es el primer paso para superar la eyaculación precoz y vivir una sexualidad plena y saludable.