Los problemas de erección son el principal motivo por el que un hombre suele experimentar inseguridades en la cama. Y es que, cuando un hombre tiene dificultades para lograr o mantener una erección de forma recurrente, es completamente natural que surjan una serie de dudas y preguntas, como “¿por qué me pasa esto?” o “¿qué estoy haciendo mal?”. Lo que está claro es que la disfunción eréctil tiene muchas posibles explicaciones, desde factores físicos hasta emocionales o psicológicos, así que, muchas veces, la pregunta no está en qué nos pasa en la cama, sino qué nos está pasando fuera de ella.
Causas de la disfunción eréctil

Si atendemos a las razones físicas o fisiológicas, lo primero que tenemos que entender es que la erección es un proceso más complejo de lo que parece. Así que, esa frase que dice “es más fácil que el mecanismo de un pene” no es tan cierta como crees. De hecho, en este proceso intervienen el sistema circulatorio, el sistema nervioso, el equilibrio hormonal y el estado de salud general. Por lo tanto, cabe esperar que problemas como la diabetes, la hipertensión arterial y las enfermedades cardiovasculares que afectan el flujo sanguíneo hacia el pene, puedan interferir en la calidad de nuestras erecciones (Kaiser et al., 2004). De la misma forma, si tomas una serie de medicamentos frecuentemente (antidepresivos o fármacos para la presión arterial) también puedes sufrir problemas en tu respuesta eréctil.

Por otro lado, no podemos dejar de lado el peso de los factores psicológicos. El estrés, la ansiedad sexual, la depresión o los problemas de autoestima influyen directamente en nuestro control eréctil (Rajkumar & Kumaran, 2015). Por no hablar de los problemas de pareja o una historia de experiencias sexuales negativas, que dan pie a bucles en los que el miedo al fracaso refuerza aún más la disfunción.
Síntomas de la disfunción eréctil
Aunque hablemos de “la disfunción eréctil” en singular, hay diferentes grados y formas de experimentarla y no se reduce simplemente a la imposibilidad de tener una erección. Por eso es muy importante identificar los síntomas para saber cuándo hace falta ayuda profesional.
Como podrás imaginarte, el síntoma principal es la dificultad para lograr o mantener una erección lo suficientemente firme como para disfrutar del acto sexual al completo. Pero tenemos que distinguir entre la disfunción ocasional o constante: cuando el problema se presenta en más del 50% de los encuentros, se considera un problema que requiere evaluación profesional (Burnett et al., 2018).
Además de los problemas de erección, muchos hombres experimentan una disminución en el deseo sexual, que en parte se debe a la frustración y el miedo al fracaso. Y es que la falta de confianza en la propia capacidad de tener una erección suele generar un efecto dominó que va más allá de la respuesta sexual y también afecta a la autoestima y a la pareja.
Consecuencias psicológicas y emocionales de la disfunción eréctil
Como expertos en el tema, sabemos que la sexualidad no se limita a lo físico. De hecho, la disfunción eréctil puede llegar a tener consecuencias emocionales bastantes complejas que tienen que ver con la percepción de masculinidad, el bienestar personal y la calidad de nuestra relación sentimental.
Con respecto a la pareja, la disfunción eréctil suele ser fuente de malentendidos, distanciamiento e incluso conflictos. De hecho, muchas parejas interpretan el problema como una falta de interés que deriva en inseguridades y rencor.

Uno de los efectos psicológicos más comunes es la ansiedad anticipatoria. Cuando un hombre ya ha tenido algún episodio de disfunción eréctil, es frecuente que acabe desarrollando cierto miedo a que vuelva a ocurrir, lo que paradójicamente aumenta las probabilidades de que suceda. Este tipo de ansiedad influye negativamente en la excitación y el disfrute, y para muchos, convierte el sexo en una fuente de estrés en lugar de placer (Montorsi et al., 2006).

Como te mencionamos anteriormente, la autoestima y la confianza en uno mismo también se ven gravemente afectadas. Para muchos hombres, la erección es un símbolo de virilidad, así que si tienen problemas con su control eréctil pueden presentar sentimientos de vergüenza, inutilidad o incluso depresión. El problema es que estos sentimientos no se quedan reservados en la cama, sino que también influyen en otras áreas de la vida, como el trabajo o los planes sociales.
Disfunción eréctil y edades
Al contrario de lo que muchos puedan pensar, la disfunción eréctil es un problema que afecta cada vez a más jóvenes, aunque sus causas y manifestaciones varían en función de la etapa de la vida en la que se presente. Por ejemplo, si atendemos sólo a factores como el envejecimiento o cambios vasculares, la prevalencia aumenta con la edad. Sin embargo, cada vez más jóvenes experimentan dificultades eréctiles relacionadas con factores psicológicos, ciertos hábitos y el consumo excesivo de pornografía (Park et al., 2016). A continuación, vamos a analizar cómo influye la disfunción eréctil según la edad.
Problemas de disfunción eréctil en adolescentes
Aunque la disfunción eréctil en adolescentes era menos común que en adultos, en los últimos años se está observando un incremento que sugiere la influencia de nuevos factores psicológicos y socioculturales. Uno de los principales detonantes en esta etapa es la ansiedad de rendimiento, especialmente en los jóvenes que comienzan a tener encuentros íntimos con expectativas muy altas o con miedo al fracaso (Ze, O., Thoma, P., & Suchan., 2014).
No podemos dejar de lado la influencia del consumo de pornografía. Algunos estudios indican que el abuso de este contenido puede generar una desensibilización a los estímulos sexuales que se presentan en la realidad, lo que resulta en dificultades para conseguir la excitación mínima en los encuentros sexuales (Jacobs, 2021). A este fenómeno se le conoce como "disfunción eréctil inducida por la pornografía" y es cada vez más estudiado por su gran impacto. Por otro lado, los hábitos de vida poco saludables (alcohol, drogas o sedentarismo), también afectan a la respuesta eréctil desde edades tempranas.
Problemas de disfunción eréctil en adultos
En los hombres adultos, las raíces de la disfunción cambian, pudiendo estar vinculada tanto a factores físicos como psicológicos. Por ejemplo, el estrés laboral, las preocupaciones económicas y la falta de sueño son algunas de las principales causas del problema en edades comprendidas entre los 30 y 50 años, (McCabe et al., 2016). Otro factor es la presión por mantener un rendimiento sexual óptimo, que da lugar a la autoexigencia.
A nivel físico, tenemos que mencionar patologías como la hipertensión, la diabetes tipo 2 y la obesidad, que empiezan a jugar un papel determinante en la sexualidad masculina. Estos problemas afectan a la circulación sanguínea, dificultando la irrigación del pene y, por tanto, la capacidad de mantener una erección firme (Corona et al., 2013).
Otro aspecto a considerar en la vida adulta es la influencia de la dinámica de pareja. Como te comentamos anteriormente, la disfunción puede ser una fuente de conflictos en la relación que, sumados a otros factores como los problemas de comunicación o la monotonía, hacen que la calidad de los encuentros íntimos disminuya.
Cómo prevenir la disfunción eréctil
Para prevenir la disfunción eréctil tenemos que tener claro que no basta con evitar problemas físicos, sino también con cuidar nuestra mente. Afortunadamente, existen diversas formas que reducen el riesgo de tener esta condición.

Lo primero que tenemos que comentar es el estilo de vida. Una forma de mejorar nuestra función eréctil es cuidando nuestra circulación mediante actividad física regular, especialmente ejercicios cardiovasculares como correr o nadar (Silva et al., 2017). Y siempre que hablamos de ejercicio físico, tenemos que acompañarlo de una buena dieta, basada en una alimentación equilibrada, rica en antioxidantes y baja en grasas saturadas, para mantener los vasos sanguíneos en buen estado y prevenir ciertas enfermedades metabólicas que afectan la respuesta sexual.

A nivel psicológico, es muy útil integrar prácticas como la meditación, el mindfulness y la terapia cognitivo-conductual para reducir el estrés y la ansiedad. Estas han demostrado ser eficaces para mejorar la confianza sexual y reducir la ansiedad de rendimiento (Ciaurriz, Villena & Chiclana, 2024). Aunque no podemos dejar atrás la importancia de mejorar la comunicación con tu pareja para poder hablar de sexo sin tabúes y quitarle presiones y expectativas.

Por último, una recomendación que se hace casi obligatoria para mayores de 40 años es acudir a revisiones médicas periódicas. Y es que muchas enfermedades que afectan la erección pueden detectarse y tratarse a tiempo con un adecuado seguimiento médico. No olvides que la salud sexual es un reflejo del bienestar general, así que, si cuidas tu cuerpo y tu mente estás previniendo la disfunción eréctil a largo plazo.
Cómo combatir la disfunción eréctil
Supongamos que la disfunción eréctil ya ha aparecido en tu vida de forma casual o recurrente. Es momento de que valores y tengas en cuenta tanto las causas físicas como los factores psicológicos, ya que el primer paso es identificar la causa subyacente. En muchos casos, la disfunción eréctil es un síntoma de una condición médica, como te adelantamos anteriormente. Pero si la causa es psicológica, puedes valorar ir a terapia sexológica e integrar algunas estrategias para reducir el estrés. Sin embargo, hay muchos tratamientos para la disfunción eréctil, así que a continuación, vamos a centrarnos en los mejores para combatirla.
Al hablar de tratamientos para la disfunción eréctil podemos categorizarlos en tres tipos: farmacológicos, terapéuticos y alternativos. Por supuesto, dependiendo de la causa y la gravedad del problema, serán recomendables uno o varios de ellos.
Tratamientos para la disfunción eréctil
Medicamentos
Los más famosos son los inhibidores de la fosfodiesterasa tipo 5 (PDE5), como el sildenafilo (Viagra), el tadalafil (Cialis) o el vardenafilo (Levitra), que son los más utilizados para tratar la disfunción eréctil ya que mejoran el flujo sanguíneo hacia el pene y han demostrado ser eficaces en la mayoría de los casos (Hatzimouratidis et al., 2015). Sin embargo, ni son una cura definitiva y ni están exentos de generar efectos secundarios como cefaleas o congestión nasal.
Terapia psicológica y sexológica
En los casos donde la disfunción eréctil es de origen psicológico, la terapia es una herramienta muy eficaz. No solo ayudan a reducir la ansiedad de rendimiento, sino que también mejoran la autoestima y fortalecen la comunicación en pareja (Ze, Thoma & Suchan, 2014).
Alternativas avanzadas
Hay algunos hombres que responden bien a los tratamientos convencionales. En estos casos, se pueden llegar a plantear alternativas como las inyecciones intracavernosas, los dispositivos de vacío y, en casos más graves, los implantes de prótesis peneanas. Sin embargo, se recomienda haber probado los otros métodos previamente (Rubio-Aurioles et al., 2008).
Los más famosos son los inhibidores de la fosfodiesterasa tipo 5 (PDE5), como el sildenafilo (Viagra), el tadalafil (Cialis) o el vardenafilo (Levitra), que son los más utilizados para tratar la disfunción eréctil ya que mejoran el flujo sanguíneo hacia el pene y han demostrado ser eficaces en la mayoría de los casos (Hatzimouratidis et al., 2015). Sin embargo, ni son una cura definitiva y ni están exentos de generar efectos secundarios como cefaleas o congestión nasal.
En los casos donde la disfunción eréctil es de origen psicológico, la terapia es una herramienta muy eficaz. No solo ayudan a reducir la ansiedad de rendimiento, sino que también mejoran la autoestima y fortalecen la comunicación en pareja (Ze, Thoma & Suchan, 2014).
Hay algunos hombres que responden bien a los tratamientos convencionales. En estos casos, se pueden llegar a plantear alternativas como las inyecciones intracavernosas, los dispositivos de vacío y, en casos más graves, los implantes de prótesis peneanas. Sin embargo, se recomienda haber probado los otros métodos previamente (Rubio-Aurioles et al., 2008).
Solución definitiva para la disfunción eréctil

Aunque a priori mejorar la erección se vea como un problema difícil de resolver, en la mayoría de los casos tiene solución. Existen productos para mejorar tus erecciones y tu salud sexual como el anillo para mantener y mejorar tu erección MYHIXEL Ring, un innovador dispositivo diseñado para optimizar la erección de manera natural y sin fármacos. Este dispositivo ayuda a mantener el flujo sanguíneo en el pene, prolongando la erección y mejorando la calidad de las relaciones sexuales.
Lo mejor de todo, es que, a diferencia de otros anillos, este te permite alcanzar el clímax sin sentir una presión incómoda en el pene al momento de eyacular. Es discreto, se ajusta a todos los tamaños y está disponible en 3 modelos con 3 intensidades distintas para cada momento, preferencia o necesidad.
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Aunque algunos hombres consideran que la medicación es la solución más rápida, el verdadero cambio se produce cuando se combinan buenos hábitos y métodos que requieren un cambio integral. La clave es no rendirse y buscar ayuda de un especialista cuando sea necesario. Ya sabes que con las herramientas adecuadas, es posible recuperar la confianza y el placer en la intimidad.
Como ya habrás podido comprobar, no existe una única "cura" para la disfunción eréctil, ya que su tratamiento depende de cada persona. Sin embargo, existen estrategias que son muy efectivas para recuperar la función eréctil a largo plazo:
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Mejorar la salud vascular y hormonal: desde tener un peso saludable, hasta controlar la presión arterial para mejorar considerablemente la función eréctil.
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Reducir la ansiedad sexual: con terapia psicológica y técnicas de relajación para disminuir el estrés y la ansiedad.
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Tratamientos médicos personalizados: desde fármacos hasta procedimientos quirúrgicos.
Referencias
- Burnett, A. L., Nehra, A., Breau, R. H., Culkin, D. J., Faraday, M. M., Hakim, L. S., Heidelbaugh, J., Khera, M., McVary, K. T., Miner, M. M., Nelson, C. J., Sadeghi-Nejad, H., Seftel, A. D., & Shindel, A. W. (2018). Erectile Dysfunction: AUA Guideline. The Journal of Urology, 200(3), 633–641. https://doi.org/10.1016/j.juro.2018.05.004
- Ciaurriz Larraz, A. M., Villena Moya, A., & Chiclana Actis, C. (2024). Mindfulness-based intervention and sexuality: a systematic review. Trends in Psychiatry and Psychotherapy, 46, e20210459. https://doi.org/10.47626/2237-6089-2021-0459
- Corona, G., Rastrelli, G., Maseroli, E., Forti, G., & Maggi, M. (2013). Sexual function of the ageing male. Best Practice & Research. Clinical Endocrinology & Metabolism, 27(4), 581–601. https://doi.org/10.1016/j.beem.2013.05.007
- Hatzimouratidis, K., Eardley, I., Giuliano, F., Moncada, I., & Salonia, A. (2015). Guidelines on male sexual dysfunction: erectile dysfunction and premature ejaculation. European Association of Urology Web Site.http://uroweb.org/guideline/male-sexual-dysfunction/. Updated 2015. European Urology, 68(4), e77. https://doi.org/10.1016/j.eururo.2015.06.013
- Jacobs, T., Geysemans, B., Van Hal, G., Glazemakers, I., Fog-Poulsen, K., Vermandel, A., De Wachter, S., & De Win, G. (2021). Associations Between Online Pornography Consumption and Sexual Dysfunction in Young Men: Multivariate Analysis Based on an International Web-Based Survey. JMIR Public Health and Surveillance, 7(10), e32542. https://doi.org/10.2196/32542
- Kaiser, D. R., Billups, K., Mason, C., Wetterling, R., Lundberg, J. L., & Bank, A. J. (2004). Impaired brachial artery endothelium-dependent and -independent vasodilation in men with erectile dysfunction and no other clinical cardiovascular disease. Journal of the American College of Cardiology, 43(2), 179–184. https://doi.org/10.1016/j.jacc.2003.07.042
- McCabe, M. P., Sharlip, I. D., Atalla, E., Balon, R., Fisher, A. D., Laumann, E., Lee, S. W., Lewis, R., & Segraves, R. T. (2016). Definitions of Sexual Dysfunctions in Women and Men: A Consensus Statement From the Fourth International Consultation on Sexual Medicine 2015. The Journal of Sexual Medicine, 13(2), 135–143. https://doi.org/10.1016/j.jsxm.2015.12.019
- Montorsi, P., Ravagnani, P. M., Galli, S., Rotatori, F., Veglia, F., Briganti, A., Salonia, A., Dehò, F., Rigatti, P., Montorsi, F., & Fiorentini, C. (2006). Association between erectile dysfunction and coronary artery disease. Role of coronary clinical presentation and extent of coronary vessels involvement: the COBRA trial. European Heart Journal, 27(22), 2632–2639. https://doi.org/10.1093/eurheartj/ehl142
- Park, B. Y., Wilson, G., Berger, J., Christman, M., Reina, B., Bishop, F., Klam, W. P., & Doan, A. P. (2016). Is Internet Pornography Causing Sexual Dysfunctions? A Review with Clinical Reports. Behavioral Sciences (Basel, Switzerland), 6(3), 17. https://doi.org/10.3390/bs6030017
- Rajkumar, R. P., & Kumaran, A. K. (2015). Depression and anxiety in men with sexual dysfunction: a retrospective study. Comprehensive Psychiatry, 60, 114–118. https://doi.org/10.1016/j.comppsych.2015.03.001
- Rubio-Aurioles, E., Casabé, A., Torres, L. O., Quinzaños, L., Glina, S., Filimon, I., Kopernicky, V., & Leñero, E. (2008). Efficacy and safety of tadalafil in the treatment of Latin American men with erectile dysfunction: results of integrated analyses. The Journal of Sexual Medicine, 5(8), 1965–1976. https://doi.org/10.1111/j.1743-6109.2008.00860.x
- Silva, A. B., Sousa, N., Azevedo, L. F., & Martins, C. (2017). Physical activity and exercise for erectile dysfunction: systematic review and meta-analysis. British Journal of Sports Medicine, 51(19), 1419–1424. https://doi.org/10.1136/bjsports-2016-096418
Ze, O., Thoma, P., & Suchan, B. (2014). Cognitive and affective empathy in younger and older individuals. Aging & Mental Health, 18(7), 929–935. https://doi.org/10.1080/13607863.2014.899973