
El papel del ciclo de vida masculino: por qué tu rendimiento sexual cambia en cada década
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La vida sexual de un hombre es de todo menos constante a lo largo del tiempo. De la misma forma que no nos sorprenden los cambios que se dan en otros aspectos, como en la salud, el rendimiento sexual masculino evoluciona con la edad debido a cambios hormonales, físicos y psicológicos. Y como afortunadamente soy experto en el tema, en este artículo, voy a explorar cómo varía el rendimiento sexual en cada década y cómo puedes maximizar el placer y la satisfacción en cada etapa de la vida. Una cosa te dejo clara: ¡hacerse mayor no es sinónimo de dejar de disfrutar!
Ay… la veintena. Esa década en la que los niveles de testosterona están a tope, lo que se traduce en un deseo altísimo, unas erecciones rápidas y potentes y una gran capacidad de recuperación entre encuentros sexuales (Travison et al., 2007). Sí, eso que los técnicos llamamos “período refractario” y hace referencia al tiempo que necesitas entre una eyaculación y la siguiente.
Y es que esta etapa se caracteriza por ser un período de exploración y aprendizaje, en el que los hombres nos centramos en la frecuencia más que en la calidad del encuentro. Bien sea por falta de experiencia o por falta de confianza en nosotros mismos. De hecho, es una etapa en la que suelen aparecer problemas de erección, influidos por laansiedad sexual. A lo largo de estos años, es clave aprender a controlar la excitación y a conocer el propio cuerpo para que nuestro rendimiento no se vea condicionado por esta falta de confianza en uno mismo.
A los 30, el hombre suele haber adquirido la experiencia y confianza suficientes en sí mismo para mejorar el control sobre su eyaculación y dedicar una mayor atención a la calidad del placer. Es cierto que la testosterona comienza a disminuir levemente, aunque sigue en niveles óptimos para ese deseo y rendimiento sexual que merecemos (Harman et al., 2001).
Esta década suele ser la favorita de muchos hombres, ya que es el momento ideal para fortalecer la conexión de pareja con comunicación y comprensión mutua, lo que da pie a que aumente la satisfacción sexual. El problema llega cuando no podemos disfrutar plenamente de esta década porque se nos han atravesado problemas tan comunes como los relacionados con la eyaculación precoz, que si no se abordan, se pueden cronificar. Por eso, antes de dejar pasar más tiempo, es el momento de atenderlos y buscar un producto para el control del clímax.
En esta década, comienza a descender la producción de testosterona de manera más significativa, lo que puede significar una disminución del deseo sexual y erecciones menos firmes (Matsumoto, 2002). Sin embargo, esto no significa el fin de una vida sexual satisfactoria; la clave está en adaptarse a los cambios. De hecho, integrar buenos hábitos de salud alarga la calidad de tu vida sexual por muchos más años de los que puedas imaginarte.
¿Qué podemos hacer? Principalmente, practicar ejercicio, mantener una dieta equilibrada y reducir el estrés en la medida de lo posible. Siempre que pongas estos tres factores a tu favor, vas a poder mantener el rendimiento en la cama que quieres. Además, puedes introducir un poco de variedad en la intimidad y explorar nuevas formas de placer que vayan más allá de lo centrado exclusivamente en los genitales para enriquecer vuestra experiencia.
A partir de los 50, todo lo que oímos los hombres es “problemas de disfunción eréctil”, “problemas de control”, problemas y más problemas… Y aunque es cierto que pueden volverse más comunes debido a factores hormonales y vasculares, no está todo perdido (Feldman et al., 1994). Hablemos de los aspectos positivos: la experiencia y la madurez emocional te van a permitir disfrutar de la sexualidad de una manera diferente, más centrada en la conexión y la satisfacción mutua. Esos problemas que se dan entre los jóvenes, ya están más que superados.
Sin embargo, que tengas más de 50 años no significa que tenga que resignarte a padecer disfunción eréctil sin remedio alguno. Por eso siempre te voy a recomendar que consultes con un especialista para abordar cualquier dificultad. De hecho, existen tratamientos y estrategias que pueden mejorar la función sexual y potenciar el placer en esta etapa de la vida.
En los 60, muchos hombres experimentan cambios muy notables en su respuesta sexual. Bien sea debido a la disminución progresiva de la testosterona o a posibles condiciones médicas como la hipertensión o diabetes (Wu et al., 2008). Sin embargo, esto no significa el fin de la vida sexual, sino una oportunidad de oro para redescubrir nuevas formas de intimidad en pareja.
¿Te hemos hablado ya del poder de las caricias? No se trata solo de darse cariño, sino de cómo los juegos previos más prolongados y el uso de algunos juguetes como un apoyo extra para vuestro placer pueden ayudar a mejorar el rendimiento. Además, como siempre, mantén viva la llama mediante la comunicación para cuidar vuestra conexión emocional y disfrutar del sexo sin presiones.
A partir de los 70, la actividad sexual sigue siendo posible y placentera, aunque con ritmos diferentes. En esta etapa, es esencial prestarle atención a factores como la lubricación, el tiempo de excitación y la intensidad, que pueden haber cambiado. Pero la satisfacción sexual se mantiene cuando hay una actitud positiva y una buena conexión emocional (Lindau et al., 2007).
La clave en esta etapa es adaptar las expectativas y centrarse en el placer compartido. Muchas parejas descubren a partir de estos años que la intimidad emocional cobra un papel más relevante de lo que nunca antes lo ha hecho, lo que refuerza la calidad del encuentro sexual.
Por si te quedaban dudas: el rendimiento sexual masculino cambia con la edad. Pero cada etapa tiene su encanto y sus oportunidades para disfrutar de una vida sexual plena. Con el conocimiento adecuado, una buena salud y la disposición para adaptarse, es posible enfrentar los retos de cada década y mantener una sexualidad satisfactoria durante toda la vida. ¿Vas a dejar de pasarlo bien en la cama?
Feldman, H. A., Goldstein, I., Hatzichristou, D. G., Krane, R. J., & McKinlay, J. B. (1994). Impotence and its medical and psychosocial correlates: Results of the Massachusetts Male Aging Study. The Journal of Urology, 151(1), 54-61. https://doi.org/10.1016/S0022-5347(17)34871-1
Harman, S. M., Metter, E. J., Tobin, J. D., Pearson, J., & Blackman, M. R. (2001). Longitudinal effects of aging on serum total and free testosterone levels in healthy men. Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, 86(2), 724-731. https://doi.org/10.1210/jcem.86.2.7219
Lindau, S. T., Schumm, L. P., Laumann, E. O., Levinson, W., O’Muircheartaigh, C. A., & Waite, L. J. (2007). A study of sexuality and health among older adults in the United States. New England Journal of Medicine, 357(8), 762-774. https://doi.org/10.1056/NEJMoa067423
Matsumoto, A. M. (2002). Andropause: Clinical implications of the decline in serum testosterone levels with aging in men. The Journals of Gerontology Series A: Biological Sciences and Medical Sciences, 57(2), M76-M99. https://doi.org/10.1093/gerona/57.2.M76
Wu, F. C., Tajar, A., Pye, S. R., Silman, A. J., Finn, J. D., O’Neill, T. W., ... & Boonen, S. (2008). Hypothalamic-pituitary-testicular axis disruptions in older men are differentially linked to age and morbidity. Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, 93(7), 2737-2745. https://doi.org/10.1210/jc.2008-0266