A diverse group of LGBTQI+ activists holding inclusive banners at a pride march.

Cómo la lucha por los derechos LGBTQ+ ha cambiado la percepción de la sexualidad

Escrito por: Andrés Suro

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Tiempo de lectura 3 min

Los grandes hitos en la historia suelen estar relacionados con movimientos sociales que han marcado un antes y un después en el transcurso de nuestras sociedades. Y cuando hablamos de la sexualidad humana, no iba a ser una excepción, ya que está estrechamente entrelazada con los movimientos sociales que han defendido los derechos de las personas LGBTIQ.


Si nos centramos en los tiempos recientes, a lo largo de las últimas décadas, esta lucha no solo ha conquistado avances legales y políticos, sino que también ha transformado la forma en que entendemos, hablamos y vivimos la sexualidad. Por eso, en este artículo vamos a analizar cómo (y cuanto) ha impactado el activismo LGBTQ+ en la educación sexual, la salud mental, la cultura popular y el derecho a una sexualidad libre, diversa y visible.


Visibilidad y representaciones: del tabú a la diversidad


Durante buena parte del siglo XX, las identidades no heteronormativas (es decir, aquellas que no fueran heterosexuales) han sido silenciadas, patologizadas y marginadas tanto en el mundo médico como en la cultura general. Aunque ahora vemos la visibilidad LGBTQ+ como algo que se ha ganado de golpe, ha sido una conquista progresiva que ha permitido romper con el estigma y ofrecer representaciones más realistas, humanas y diversas de la sexualidad.


Desde la despenalización de la homosexualidad en muchos países hasta la aparición de personajes queer (como se le conoce en inglés a las personas con identidades que se salen de la norma) en el cine, la televisión y la literatura, la percepción pública sobre la sexualidad se ha ampliado enormemente. Esto ha contribuido a que nuevas generaciones crezcan con menos miedo y más referencias positivas sobre la pluralidad.

Educación sexual más inclusiva y crítica


El activismo LGBTIQ+ también ha sido clave para cuestionar los modelos tradicionales de educación sexual centrados exclusivamente en la reproducción heterosexual, porque no olvidemos que hasta hace muy poco, sólo se concebía la sexualidad con fines reproductivos y desde el binomio mujer-hombre.


Gracias al activismo de estos colectivos, hoy se promueven estudios y espacios más inclusivos, que abordan la identidad de género, la orientación sexual, el consentimiento y el respeto a la diversidad. Y al contrario de lo que muchos puedan pensar, esto no solo beneficia a las personas LGBTIQ+, sino al conjunto de la sociedad, ya que contribuye a reducir la violencia de género, mejorar la autoestima sexual y favorecer relaciones más sanas y equitativas.


Salud mental y derecho al placer


La lucha por los derechos LGBTQ+ también ha tenido un fuerte impacto en la forma en que se aborda la salud mental desde el prisma de la sexualidad. Y es que, reconocer el estrés que produce la discriminación —conocido como "estrés de minorías" (Meyer, 2003)— ha llevado a desarrollar estrategias más comprensivas, inclusivas y sensibles al contexto social.


Además, ahora podemos reivindicar el derecho al placer y a vivir la sexualidad de forma plena, algo que se ha conseguido en parte gracias al discurso queer. ¿En qué consiste? Se trata de cuestionar la visión médica o moralista que históricamente ha considerado algunas prácticas o identidades como desviadas o patológicas.

Nuevos marcos legales, nuevos imaginarios sexuales


Las conquistas legales, como el matrimonio igualitario, el reconocimiento de la identidad de género o las leyes contra la discriminación por orientación sexual, han contribuido a legitimar y naturalizar nuevas formas de vínculo, nuevos modelos familiares y mayor respeto a diferentes formas de expresión sexual. Estos avances legales no solo garantizan derechos, sino que también cambian los imaginarios sociales y amplían lo que se considera posible, deseable o aceptable, tanto para la gente homosexual como heterosexual, tanto para las personas cisexuales como trans.


Por ende, estos logros han permitido que muchas personas vivan su sexualidad de forma más libre, sin esconderse, sin pedir permiso y con orgullo. Porque al contrario de lo que mucha gente parece seguir creyendo, el orgullo no consiste en sentirse superior a nadie, sino en sentirse orgulloso de quién eres y quererte y aceptarte tal y como eres. Aunque aún existen resistencias y desigualdades, la dirección es clara y sólida: una mayor aceptación de la diversidad sexual como pilar fundamental de la sociedad actual.



Conclusión: una sexualidad más libre y plural


Gracias al impulso de los movimientos LGBTQ+, la sexualidad ya no se entiende como una categoría rígida, sino como un espectro amplio, dinámico y legítimo en todas sus formas. Hoy en día, hablar de sexualidad es sinónimo de derechos, libertades, inclusión...


Como frase final y a modo de recordatorio: este cambio no solo afecta a quienes se identifican como parte de la comunidad LGBTIQ+, sino a todas las personas. Porque en una sociedad más libre para querer y desear sin miedo, ser tú misma/o, todas las personas ganamos. Y esa es una victoria colectiva que merece ser celebrada y constantemente defendida.


Referencias


  • Meyer, I. H. (2003). Prejudice, social stress, and mental health in lesbian, gay, and bisexual populations: Conceptual issues and research evidence. Psychological Bulletin, 129(5), 674–697.


  • UNESCO. (2022). International technical guidance on sexuality education: An evidence-informed approach. Recuperado de https://www.unesco.org


  • Weeks, J. (2016). Sexuality (4ª ed.). Routledge.


  • Rubin, G. (1984). Thinking Sex: Notes for a Radical Theory of the Politics of Sexuality. In C. Vance (Ed.), Pleasure and Danger: Exploring Female Sexuality. Routledge.

Andrés Suro

Autor: Andrés Suro  (Sexual Coach en MYHIXEL)


Psicólogo especializado en el área social y experto en sexología aplicada a la educación.

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