¿Qué es la Andropausia? Lo que nadie te contó sobre esta etapa masculina
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Muchos hombres se aquejan de ciertos cambios en su estado de ánimo y su humor cuando alcanzan una determinada edad. Y es que durante años se ha hablado de la menopausia femenina como una etapa natural de cambios hormonales, emocionales y físicos que marcan el inicio de una nueva fase en la vida. Pero ¿qué ocurre con los hombres? ¿Tienen también su “menopausia”?
La respuesta corta es sí, aunque no de la misma manera. En los hombres, este proceso se conoce como andropausia o síndrome de déficit de testosterona. No se trata de una fase tan marcada ni universal como la menopausia, pero sí implica cambios reales en el cuerpo y en la mente, muchas veces invisibles o silenciados.
Es precisamente por eso que hablar de andropausia no es hablar de “perder virilidad”, sino de revisar la relación que los hombres tienen con su salud, su energía y su autocuidado. Además, significa ponerle nombre a muchos de los procesos que viven desde el desconocimiento y que pueden provocar incertidumbre o confusión.
La andropausia es un proceso gradual en el que los niveles de testosterona —la principal hormona sexual masculina— disminuyen progresivamente con la edad. Este descenso puede comenzar alrededor de los 40 años y hacerse más notable a partir de los 50.
Al contrario que en el caso de las mujeres, no es un cambio brusco ni universal: algunos hombres apenas notan algunas variaciones, mientras que otros experimentan síntomas claros, tanto físicos como emocionales. Por eso, más que una “pausa”, sería más justo hablar de una transición hormonal masculina.
Aunque solemos asociarla con el deseo o el rendimiento, la testosterona interviene en muchas otras funciones del cuerpo. Influye en el estado de ánimo, el nivel de energía, la masa muscular, la densidad ósea, la concentración, el sueño e incluso la salud cardiovascular.
Cuando sus niveles descienden, no solo cambia el cuerpo: también cambia la forma en la que el hombre se percibe a sí mismo. Por eso, la testosterona tiene un papel más importante de lo que creemos en nuestro bienestar.
Como decíamos antes, los síntomas de este proceso varían mucho de una persona a otra, pero los más frecuentes suelen ser:
Cansancio persistente o sensación de falta de energía incluso después de descansar.
Descenso del deseo o dificultad para mantener el mismo nivel de motivación e interés por el contacto físico.
Cambios en el estado de ánimo: irritabilidad, tristeza o apatía.
Aumento de grasa corporal y pérdida de masa muscular, sobre todo en el abdomen.
Problemas de concentración o dificultades para mantener la atención.
Alteraciones del sueño, como insomnio o despertares frecuentes.
Disminución de la confianza o la autoestima, especialmente relacionada con la imagen corporal y el rendimiento físico.
Ninguno de estos síntomas define por sí solo la andropausia, pero cuando se presentan en conjunto, puede ser muy recomendable prestarles atención y consultar con un especialista.
Antes te adelantamos que la andropausia es un proceso y, es precisamente por el hecho de que suele avanzar lentamente, que pasa desapercibida. Para colmo, en muchos casos los hombres (al contrario que las mujeres) no hablan de lo que sienten. La cultura de la autosuficiencia y el “aguantar” ha hecho que muchos hombres normalicen el cansancio, la irritabilidad o la desmotivación, creyendo que es “cosa de la edad” o del trabajo.
Además, los cambios hormonales masculinos no tienen un punto de inflexión tan claro como en el caso femenino (no hay un “último ciclo”, por ejemplo). Esto hace que los síntomas se diluyan en el tiempo y cueste relacionarlos entre sí.
A menudo, la primera señal llega cuando el cuerpo empieza a responder de forma diferente: menor resistencia física, menos impulso o incluso dificultades en la respuesta sexual. Sin embargo, más que centrarse en un solo síntoma, conviene mirar el cuadro completo, ya que la salud física, mental y emocional forman un mismo sistema.
No todo lo que ocurre a partir de los 40 se debe a las hormonas. Hay factores que pueden acelerar la caída de la testosterona y amplificar sus efectos, como el estrés crónico, la falta de descanso, el sedentarismo o una alimentación desequilibrada. Por eso, es importante que en esta etapa cuides tu estilo de vida más que nunca antes:
Dormir bien, ya que la testosterona se produce principalmente durante el sueño profundo.
Hacer ejercicio con frecuencia, combinando fuerza y cardio.
Reducir el consumo de alcohol y tabaco, que alteran la función hormonal.
Mantener una alimentación rica en zinc, magnesio y grasas saludables, esenciales para la síntesis de testosterona.
Regular el estrés, ya que el cortisol (la hormona del estrés) inhibe directamente la producción de testosterona.
Muchas veces, la clave está en esos pequeños ajustes que, mantenidos en el tiempo, pueden tener un impacto enorme en el bienestar general.
Más allá de los cambios hormonales, la andropausia también tiene un componente psicológico profundo. Para muchos hombres, esta etapa coincide con momentos de revisión vital: los hijos crecen, el cuerpo cambia, la carrera se estabiliza o surgen nuevas inseguridades.
La sociedad sigue enviando mensajes que asocian juventud con valor y rendimiento con identidad masculina. Esto hace que algunos hombres vivan esta etapa con miedo a “perder su esencia”, cuando en realidad se trata de una oportunidad para reconectarse desde otro lugar.
En consulta, es muy frecuente ver a hombres que llegan preocupados por su rendimiento o su energía, cuando en realidad lo que necesitan es aprender a escucharse y redefinir su autocuidado. La madurez también puede ser un momento de aprendizaje y exploración, si se vive con consciencia y adaptando las necesidades de la etapa a las circunstancias.
Afrontar la andropausia no implica resignarse, sino adoptar una actitud activa y preventiva. Para ello, te voy a dar algunos pasos muy recomendables:
Revisiones médicas frecuentes: solicita una analítica hormonal completa a partir de los 40-45 años. Detectar a tiempo una bajada de testosterona permite intervenir con cambios de hábitos o tratamientos médicos si es necesario.
Movimiento “inteligente”: este concepto se refiere al ejercicio físico, especialmente el entrenamiento de fuerza, que estimula la producción natural de testosterona. No se trata de machacarse en el gimnasio, sino de mover el cuerpo con constancia y sentido.
Descanso y desconexión: dormir bien y aprender a desconectar del trabajo o las pantallas no es un lujo, es salud hormonal.
Gestión emocional: reconocer el cansancio, el estrés o la tristeza y pedir ayuda si lo necesitas es parte de cuidar tu salud. La terapia o los grupos de apoyo ayudan a normalizar esta etapa y a entender que no estás solo.
Revisar los vínculos: las relaciones también se transforman con la edad. Hablar de lo que se siente, comunicar los cambios o los miedos con la pareja puede fortalecer el vínculo y reducir la presión.
En algunos casos, el médico puede recomendar terapia de reemplazo de testosterona, pero esta decisión siempre debe tomarse tras una evaluación completa. No todos los hombres la necesitan y no debe ser vista como una solución rápida, sobre todo porque muchos cambios se logran con modificaciones en el estilo de vida, no solo hormonales.
El cuerpo cambia, sí, pero también lo hace la forma en la que te relacionas con él. La andropausia puede vivirse como una pérdida o como una oportunidad: la de reconectar con el propio bienestar desde una madurez consciente.
Ya no se trata de rendir o demostrar, sino de cuidarse, escucharse y vivir con más presencia. Aceptar los cambios no significa rendirse: significa darles sentido.
La andropausia no es el fin de nada. Es una invitación a cuidarte más y mejor. A dedicarle atención a tu salud global (física, mental y emocional) y a permitirte vivir esta etapa desde la calma y la curiosidad.
El bienestar masculino no consiste en mantenerte igual que a los 25, sino en entender que el cuerpo madura y que esa madurez también puede ser un lugar de equilibrio, energía y plenitud.