
Back to (Sexual) School: Lo que deberíamos reaprender de la sexualidad
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Tiempo de lectura 6 min
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Empecemos con una pregunta básica con una respuesta más que clara: ¿recibiste educación sexual durante tu desarrollo? Pues, a pesar de lo que muchos crean, hay una idea que, tarde o temprano, nos toca enfrentar: muchas de las cosas que creemos saber sobre sexualidad son, en realidad, mitos, aprendizajes incompletos o mensajes heredados que se han quedado grabados desde la adolescencia.
Esto se debe en parte a que la mayoría de nosotros no hemos pasado nunca por una “escuela sexual” real, más allá de un par de charlas de biología en el instituto (y, con suerte, algún consejo suelto en casa).
El resultado: crecemos con lagunas, prejuicios y creencias distorsionadas sobre algo tan esencial como nuestra vida sexual. Por eso, cada vez más expertos hablan de la necesidad de volver a “escuela”, pero esta vez a una escuela de sexualidad adulta, donde podamos reaprender, cuestionar y ampliar lo que sabemos.
La cuestión es que esta opción no es posible para muchas personas que, ajetreadas e inmersas en el caos del día a día, no se pueden permitir dedicar un espacio de calidad para recibir educación sexual. Por eso, te propongo un repaso rápido y conciso a las asignaturas que más necesitamos revisar. Piensa en esto como un nuevo curso… pero mucho más interesante que los que vivías en secundaria.
La primera gran lección: nuestro cuerpo no es estático. Cambia con la edad, con el estilo de vida, con el estrés, con la alimentación, con la salud mental… y, claro, también con la experiencia. Lo que funcionaba a los 20 puede que ya no funcione igual a los 35, y lo que descubrimos a los 40 puede ser un mundo completamente nuevo.
Por eso, desde esta “escuela sexual” online a la que te estamos invitando, te proponemos reconciliarte con esa idea: el placer no es una fórmula fija, sino algo que evoluciona contigo. Muchas personas sienten frustración porque ya no disfrutan como antes, o porque su cuerpo responde distinto. Pero eso no significa “perder” la sexualidad. Significa abrir nuevas rutas de exploración.
Si en el cole nos enseñaban a conjugar verbos, aquí toca aprender a conjugar deseos. Y aunque suene básico, la comunicación es probablemente la materia más olvidada en la educación sexual. ¿Cuántos de vosotros sentís que podéis hablar abiertamente sin miedos sobre lo que os gusta y lo que no os gusta dentro y fuera de la cama?
Hablar de lo que nos excita, de lo que no, de lo que queremos probar o de lo que nos incomoda sigue siendo tabú en muchas parejas. Y lo curioso es que, cuanto más silencio, más se acumulan los malentendidos.
En esta hipotética nueva escuela de sexualidad que propongo, el objetivo no es solo saber ponerle nombre a las cosas (lubricación, erección, orgasmo), sino atreverse a ponerle voz a las emociones y necesidades:
Decir sin miedo, “necesito más caricias antes de…”
Expresar “esto me incomoda” sin sentir que estás rompiendo el momento.
Preguntar al otro “¿qué te apetecería probar?”
En otras palabras: aprender a usar el lenguaje como un afrodisíaco.
Como en toda buena clase de historia, toca mirar atrás para entender por qué pensamos lo que pensamos. Muchos de nuestros bloqueos actuales tienen raíces en mitos heredados:
“El sexo es igual a penetración” o “el sexo sin penetración no es sexo completo”.
“El orgasmo masculino siempre es rápido y automático”.
“El deseo debería ser constante”.
“Masturbarse demasiado es malo”.
En este caso, te invito a revisar esas creencias, desmontarlas y actualizarlas. Porque, igual que sabemos que la Tierra no es plana, también es hora de entender que el sexo no tiene un guion único ni obligatorio. ¿Cuántos de estos mitos has desaprendido con el tiempo? y ¿cuántos de ellos aún sigues dudando?
Aquí sí toca ponerse un poco técnicos, pero sin exámenes. Porque entender cómo funciona tu cuerpo y el de tu pareja puede cambiar radicalmente tu experiencia sexual. Por ejemplo:
Saber cómo responde el sistema nervioso al estrés te explica por qué a veces la ansiedad “apaga” la excitación.
Conocer la importancia del suelo pélvico te ayuda a mejorar tanto el control como la intensidad de las sensaciones.
Explorar cómo las hormonas (testosterona, oxitocina, dopamina) influyen en el deseo te da pistas para comprender tus propios ciclos.
La biología no es un “manual de instrucciones cerrado”, pero sí una brújula para escuchar tu cuerpo con más consciencia. ¿Cuál es tu diálogo interior?
La mayoría piensa en el sexo como una actividad estática que requiere de poco esfuerzo, cuando en realidad es pura educación física. Flexibilidad, fuerza, resistencia, coordinación… todo suma. Es más, cuanto más en forma estés, más diversidad de prácticas e intensidad de movimientos podrás experimentar.
Pero las relaciones sexuales no consisten en “rendir” como en una maratón, sino en entender cómo el cuerpo puede moverse de formas distintas para conseguir sentir placer y comodidad al mismo tiempo. Incluso el deporte frecuente (y no solo el sexo) puede mejorar la vida íntima: más energía, mejor circulación, más conexión con la respiración…
En esta hipotética asignatura de nuestra escuela sexual se incluyen prácticas como el mindful sex, donde el movimiento se combina con la atención plena, o ejercicios de respiración que ayudan a gestionar la excitación.
Si en el cole usábamos plastilina, aquí hacemos uso de la imaginación — porque la sexualidad no es un molde fijo, sino un constante lienzo en blanco.
Reaprender también significa dar espacio a la fantasía, al juego y a lo simbólico. Desde un simple cambio en la rutina (nuevos escenarios, ritmos, roles) hasta la exploración más artística (música, luces, disfraces).
Lo importante es recordar que la creatividad erótica no es inmadurez, sino innovación. De hecho, muchas parejas que llevan mucho tiempo juntas encuentran en esta “materia” la clave para mantener viva la chispa.
La sexualidad no se queda en el cuerpo. También está en la mente. Aprender sobre nuestra sexualidad también significa entender cómo influyen las emociones, la autoestima y el apego en el deseo. ¿A qué me refiero?
Una autoestima debilitada puede sabotear tu capacidad de disfrutar.
El miedo al rechazo es un factor bastante común a la hora de bloquear la erección o la lubricación.
La ansiedad por “cumplir” suele convertir el sexo en un examen que tienes que pasar en vez de un juego con el que divertirse.
Por lo tanto, reaprender aquí implica mirar hacia dentro y trabajar en la relación contigo mismo, tanto como en la que tienes con los demás.
Quizá la asignatura más difícil de todas sea la de liberarnos de la culpa. Sí, la culpa. Porque muchas personas arrastran años de juicios morales, vergüenza o autoexigencia (esta última especialmente común entre hombres). Y esos fantasmas aparecen en la cama en forma de inhibiciones, bloqueos o silencios.
Por eso es importante que nos marquemos el objetivo de vivir el placer como algo legítimo, saludable y natural. Ni una obligación, ni un pecado, ni un lujo. Es un factor más que necesario para que podamos alcanzar la plenitud del placer durante nuestros encuentros.
No consiste solo en saber “qué hacer con el otro”, sino en empezar por uno mismo. El autocuidado íntimo debería ser una asignatura obligatoria.
¿A qué nos referimos con autocuidados? Pues a tener una higiene acorde a nuestras necesidades, acudir a revisiones médicas con cierta periodicidad, dedicar tiempo a la exploración personal (independientemente de la edad), conocer lubricantes de calidad, practicar sexo seguro… Todo esto son herramientas de salud, no caprichos. Porque, al final, cuidar tu cuerpo es también cuidar tu vida sexual.
La metáfora de volver al cole no significa empezar de cero, sino darle una segunda oportunidad a tu educación sexual. Reaprender, actualizarte, atreverte a cuestionar y, sobre todo, dejar espacio al placer como parte integral de tu vida.
Al fin y al cabo, nadie nos ha pedido sacar matrícula de honor en la adolescencia. Pero como adultos, tenemos la oportunidad de apuntarnos a esta asignatura pendiente y vivir nuestra sexualidad con más libertad, conciencia y autenticidad.
Volver al cole para aprender sobre sexualidad no es retroceder, sino crecer. La sexualidad es uno de los pocos temas en los que siempre podemos aprender algo nuevo. Y quizás, al hacerlo, descubramos que la verdadera graduación está en sentirnos plenos, seguros y conectados — con nosotros mismos y con quienes compartimos nuestra intimidad. Y tú, ¿qué te gustaría aprender de nuevo?