Video game controller and male sexual desire

Gamer y sexo: ¿Tu consola afecta a tu rendimiento en la cama?

Escrito por: Andrés Suro

|

|

Tiempo de lectura 4 min

¿Te acuerdas cuando todo lo relacionado con los videojuegos estaba asociado a lo “friki”? Pues las cosas han cambiado. Y es que en los últimos años, el mundo gamer ha dejado de ser un nicho para convertirse en una cultura global que amasa miles de millones de euros. Y hay gente que se gana (muy bien) la vida con ello. En cualquier caso, tanto si eres un usuario de videojuegos a nivel ocio o profesional, estoy seguro de que hay algunos aspectos que no habías contemplado.


Con el auge del juego online, las maratones de partidas y la hiperconectividad, etc., han surgido preguntas sobre su impacto en otros ámbitos de la vida, como la salud sexual. ¿Puede influir una consola en tu rendimiento en la cama? Spoiler: sí, pero no necesariamente para mal. Atento: coge asiento y un cuaderno para tomar notas, que empezamos.

Horas de pantalla y deseo sexual: ¿hay relación entre ellas?


Diversos estudios han mostrado que el tiempo prolongado frente a pantallas puede afectar tu deseo sexual, especialmente cuando se convierte en un reemplazo de la interacción social real (Coyne et al., 2012). En el caso del gaming, esto suele verse potenciado por rutinas nocturnas, falta de sueño y una disminución de la actividad física.


Sin embargo, no todo es negativo. El juego también ofrece espacios de relajación, de evasión del estrés y de conexión emocional con otras personas. Todo depende del uso, la frecuencia y el equilibrio con el resto de áreas de la vida.

Hormonas, dopamina y recompensa: el efecto gamer en tu cerebro


Jugar activa los sistemas de recompensa del cerebro, liberando dopamina, la misma hormona implicada en el placer sexual. Esto puede generar, en algunos casos, una especie de "saciedad artificial", haciendo que el deseo sexual se vea temporalmente reducido. No porque el juego sustituya al sexo, sino porque el sistema nervioso ya ha recibido su "dosis" de placer.


Pero también es cierto que los videojuegos pueden funcionar como herramientas para estimular la imaginación erótica, sobre todo en títulos que incluyen narrativa, deseo o personajes con alto contenido sensual. En este sentido, el gaming y el erotismo pueden ir de la mano, si sabemos integrarlos.

Sedentarismo y disfunción sexual: el lado físico del juego


Uno de los principales riesgos de un estilo de vida muy sedentario es su impacto en la salud vascular, directamente relacionada con la función eréctil. Pasar tantas horas sentado frente al ordenador, la consola o un monitor puede afectar la circulación sanguínea y el tono muscular del suelo pélvico, dos factores clave para un buen rendimiento sexual (Allen y Walter, 2018).


Vale, puede parecer que estoy echando tierra sobre el mundo de los videojuegos, pero no se trata de dejar de jugar, sino de incorporar pausas activas, ejercicio regular y hábitos saludables que mantengan tu cuerpo en forma también para el sexo. No es que el gaming sea negativo para tu salud. Lo negativo es que tu vida consista únicamente en actividades sedentarias.

Vínculos virtuales y deseo: entre el erotismo y la desconexión


Muchos gamers comparten tiempo, intimidades y hasta relaciones sentimentales con personas que conocen en partidas online. Estas conexiones pueden ser emocional y eróticamente significativas, aunque también pueden generar cierta "desconexión corporal" cuando la experiencia se reduce a lo virtual.


Aunque es cierto que, para muchas personas, esta es una de las pocas formas de conocer gente y relacionarse, los expertos en sexología insisten en la importancia de recuperar la sensorialidad. ¿Qué quiero decir con esto? Me refiero esencialmente a volver al cuerpo, a los sentidos, al contacto real… Si eres gamer y notas que tu deseo sexual ha disminuido, puede ser una señal de que necesitas reconectar con tu erotismo más allá de la pantalla. Pero no te preocupes, porque te traigo algunos consejos.

Cómo equilibrar tu vida gamer con tu vida sexual


  1. Crea espacios diferenciados. Algunos expertos en psicología llaman a esta estrategia higiene de los espacios y/o momentos. Consiste en dedicar tiempo al juego, pero también al autocuidado, a la pareja (si la hay) y a tu placer.

  2. Cuida tu cuerpo. Sí, puede que te dé pereza, pero incorporar rutinas de ejercicio y movimiento para mantener tu salud física y sexual es más importante de lo que crees. Independientemente de tu edad, complexión y estado de salud, haz pausas conscientes.

  3. Haz pausas conscientes. ¿Qué significa esto? Cada 1-2 horas de juego, levántate, estira, respira. Y por qué no, tómate un momento para conectar con tu cuerpo a través del movimiento o algo que disfrutes.

Explora fantasías. Usa el juego como inspiración para tus fantasías sexuales, ya sea en solitario o en pareja. Seguro que tienes algunas, pero ¿las has planteado seriamente?

Conclusión: tus videojuegos no son el enemigo, pero tampoco tu cama


Ser gamer no está reñido con tener una vida sexual satisfactoria. Como todo en la vida, se trata de encontrar el equilibrio, de escuchar al cuerpo y de integrar el placer en todas sus formas. Si sientes que el gaming está ocupando demasiado espacio en tu deseo o afectando tu rendimiento en la cama, quizás sea momento de ajustar algunos hábitos.


Y recuerda: una buena partida puede ser tan estimulante como una buena sesión de sexo... pero si puedes tener ambas, mejor que mejor.

Referencias


Allen, M. S., & Walter, E. E. (2018). Health-Related Lifestyle Factors and Sexual Dysfunction: A Meta-Analysis of Population-Based Research. The journal of sexual medicine, 15(4), 458–475. https://doi.org/10.1016/j.jsxm.2018.02.008

Coyne, S. M., Busby, D., Bushman, B. J., Gentile, D. A., Ridge, R., & Stockdale, L. (2012). Gaming in the game of love: Effects of video games on conflict in couples. Family Relations, 61(3), 388-396. https://doi.org/10.1111/j.1741-3729.2012.00712.x 

Andrés Suro

Autor: Andrés Suro  (Sexual Coach at MYHIXEL)


Psicólogo especializado en el área social y experto en sexología aplicada a la educación.

Leer más sobre el autor