
¿Soy gay si fantaseo con hombres?
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Tiempo de lectura 4 min
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Vivimos en una época en la que podemos hablar de sexualidad como nunca antes. Gracias a las luchas y los avances, todo lo relativo a nuestra identidad sexual y las relaciones íntimas han dejado poco a poco de considerarse algo estigmatizado y han pasado a ser tema de gran interés y relevancia por parte de expertos y de gente de a pie. Pero es que la sexualidad humana es tan diversa como compleja.
A lo largo de nuestra vida, podemos experimentar deseos, curiosidades y fantasías que, en ocasiones, nos sorprenden o incluso nos desconciertan. Una de las preguntas más comunes —y también una de las más difíciles de abordar sin juicios— es: ¿soy gay si fantaseo con hombres? Y como la respuesta es tan compleja como la raíz de la pregunta, en este artículo vamos a analizar esta cuestión desde la psicología y la sexología, desmontando mitos, explicando conceptos clave y ofreciéndote la respuesta que mereces.
Uno de los principales errores es confundir las fantasías sexuales con la orientación sexual. Fantasear con una situación, un cuerpo o una práctica no implica necesariamente querer vivirla en la realidad. En muchos casos, las fantasías cumplen una función psicológica de exploración, excitación o liberación, sin necesidad de traducirse en acción. De hecho, ¿cuántas fantasías que tienes o has tenido en tu vida has sentido el impulso real de llevarlas a cabo?, ¿cuántas de esas fantasías que has realizado te acabaron gustando tanto como en tu mente?
In fact, how many fantasies that you have or have had in your life have you felt the real urge to act out, and how many of those fantasies that you have acted out have ended up pleasing you as much as they did in your mind?
Si atendemos a la orientación sexual, nos referimos a una atracción emocional, romántica y/o sexual que se mantiene de una forma más o menos estable en el tiempo hacia uno o varios géneros. Aunque es cierto que nuestra orientación no es rígida y puede cambiar, suele ser menos fluida que nuestras fantasías. Así, alguien puede tener una fantasía homosexual sin que eso defina su orientación como gay. Del mismo modo, una persona heterosexual puede fantasear ocasionalmente con alguien de su mismo sexo sin que eso invalide su identidad de persona hetero.
Como te adelantamos en el punto anterior, la sexualidad no siempre responde a estructuras fijas. Muchas personas exploran en su imaginación situaciones que no encajan con su identidad habitual. Esta exploración no es solo natural, sino también saludable si se vive sin culpa ni ansiedad. Es una forma de “experimentar” en nuestra mente aquellas cosas que no podemos, no queremos o no nos atrevemos a hacer.
Lo que nos pasa a muchos hombres, sin embargo, es que la socialización que experimentamos tiende a censurar más este tipo de curiosidades, asociándolas con una pérdida de “masculinidad” o con un cambio de orientación automático. Esto refuerza el miedo a que cualquier pensamiento fuera de la norma sea prueba de ser “menos hombre” o “gay reprimido”. La realidad, no obstante, es mucho más fluida y menos binaria.
Vivimos en una cultura que necesita etiquetar y definirlo todo. Sin embargo, las etiquetas, aunque pueden ser herramientas útiles de afirmación, también se viven en muchas ocasiones como fuentes de presión por algunas personas. Hay quien necesita identificarse como gay, bisexual, heteroflexible... Y hay quien prefiere no ponerle nombre a su deseo, y eso también es válido.
Si fantaseas con hombres, lo importante no es tanto la etiqueta como lo que tú sientes con esas fantasías: ¿te gustan?, ¿te generan duda o conflicto?, ¿te gustaría experimentarlas? Puede que no tengas una respuesta clara, pero el simple hecho de darle espacio a esta reflexión de una forma honesta y sin juicios te puede ayudar a conocerte mejor sin caer en conclusiones anticipadas o forzadas.
Los expertos en Sexología, sabemos que las fantasías son también un reflejo del inconsciente. A veces expresan deseos reales, otras veces sirven como vía de escape o representación simbólica de emociones, necesidades o vivencias pasadas. De hecho, algunas personas fantasean con el poder, la sumisión, lo prohibido o lo desconocido porque despiertan algo emocional o erótico, no necesariamente porque deseen vivirlo literalmente. En muchas ocasiones, la fantasía consiste en tener o experimentar justo lo contrario a lo que tienen como si estos deseos fueran una forma de “compensar” lo que tienen en su día a día.
En este sentido, el hecho de fantasear con hombres puede verse como una forma de explorar aspectos de tu identidad que necesitan ser reconocidos —y no siempre están ligados al deseo sexual directo. Puede tratarse de admiración, de proyección o de juego simbólico. O puede no significar nada de lo anterior.
Fantasear con hombres no te convierte automáticamente en gay, así como fantasear con una aventura no te convierte en infiel. Recuerda que en el mundo de la fantasía, todo está permitido. Lo importante es reconocer que el deseo no siempre sigue caminos rectos ni predecibles. Una de las mejores claves que puedo recomendarte es explorar lo que sientes sin miedo ni vergüenza para vivir una sexualidad más libre, honesta y satisfactoria.
Si tus fantasías te generan dudas persistentes o malestar, entonces puede ser el momento perfecto de contactar con un terapeuta especializado en sexualidad que te ayude a comprender tu mundo interno sin prejuicios. Porque al final, no se trata de encajar en una etiqueta, sino de vivir tu vida con autenticidad. Y tú, ¿qué fantasías tienes?