Redes sociales y autoestima: cómo afectan a tu bienestar mental
|
|
Tiempo de lectura 4 min
|
|
Tiempo de lectura 4 min
Vivimos en una época en la que gran parte de nuestra identidad se construye —o al menos se proyecta— en redes sociales. Lo que compartimos, los “likes” que recibimos y las comparaciones que hacemos tienen un peso que rara vez reconocemos abiertamente.
Como psicólogo, compruebo de primera mano cómo el uso excesivo o poco consciente de las redes sociales puede minar la autoestima.
Aunque afecta especialmente a las mujeres, no podemos ignorar sus efectos adversos en los hombres. El carrusel continuo de cuerpos y estilos de vida ideales crea una presión sutil por estar a la altura de estándares imposibles.
Un estudio publicado en Psychology of Popular Media Culture (Vogel et al., 2014) mostró que quienes pasan más tiempo en redes sociales tienden a experimentar menor satisfacción con su vida y su cuerpo.
Si quieres entender por qué sucede y cómo usar las redes de forma más consciente, sigue leyendo.
Una de las principales formas en que las redes sociales afectan a la autoestima es a través de la comparación social. Y antes de que me digas que a ti no te pasa, déjame decirte que, a menudo sin darnos cuenta, caemos en el hábito de medir nuestro valor personal en función de lo que vemos en los demás: su apariencia física, sus relaciones, sus logros o su aparente felicidad. Nadie es inmune.
Esto sucede porque las redes funcionan como un escaparate donde todo está editado, filtrado y cuidadosamente seleccionado. Lo que no se muestra (el cansancio, la ansiedad, los días malos) también forma parte de la vida, pero rara vez se publica. Este contraste genera una sensación de insuficiencia que deteriora la autoimagen y alimenta la inseguridad. Por ello, el primer paso para fortalecer (y aterrizar) tu autoestima es reconocer esta distorsión.
Como comentaba, los hombres también buscan validación en redes sociales, aunque de forma más sutil. La aprobación puede llegar en forma de halagos, atención o reconocimiento relacionado con su cuerpo o sus logros. Sin embargo, depender de esa respuesta externa para sentirse bien con uno mismo genera una autoestima frágil, que se derrumba con la misma rapidez con que llegan (o desaparecen) los “likes”.
Desde la psicología, sabemos que para construir una autoestima más estable debemos fomentar la autovaloración interna: la coherencia entre lo que piensas, sientes y haces, por encima de lo que otros piensen de ti. Por supuesto, fortalecer esta conexión interna requiere práctica y autoconocimiento, y en ocasiones acompañamiento terapéutico.
La validación externa puede servir de refuerzo, pero nunca debe sustituir a la validación interna. Cultivar esta diferencia es uno de los grandes retos de la era digital.
Varios estudios han encontrado asociaciones entre el uso intensivo de redes sociales y un aumento de síntomas de ansiedad, estrés y depresión (Twenge y Campbell, 2018).
Esto se explica por la forma en que estas plataformas activan el sistema de recompensa del cerebro: cada notificación o “like” desencadena una pequeña liberación de dopamina, el neurotransmisor asociado al placer inmediato. Con el tiempo, el cerebro se acostumbra a esta estimulación constante y necesita más para lograr el mismo efecto.
Estos mecanismos funcionan de forma similar a una adicción. Así, las redes sociales pueden —y a menudo lo hacen— convertirse en un ciclo de dependencia emocional y validación constante que drena los recursos mentales y disminuye el bienestar general. Por eso, no se trata solo de cuánto tiempo pasas en redes, sino también de cómo las usas y cómo te hacen sentir.
Para mantener una relación saludable con las redes, debemos aprender a poner límites y a prestar atención a cómo interactuamos con ellas. Pero como es más fácil decirlo que hacerlo, aquí tienes algunas estrategias que suelo recomendar en consulta:
Deja de seguir cuentas que te generen “agravio comparativo” o malestar. Rodéate de contenidos que te inspiren en lugar de disminuirte.
Evita empezar o terminar el día frente a una pantalla. Dedica momentos sin conexión para reconectar contigo.
Pregúntate si aquello con lo que te comparas es real o simplemente una versión idealizada de la vida de otra persona.
Comparte lo que realmente te representa, no lo que crees que otros quieren ver.
Las relaciones en la vida real siguen siendo el mejor antídoto contra la soledad digital.
Por sencillas que parezcan, estas prácticas ayudan a construir una autoestima más sólida y resiliente, menos dependiente de la validación externa y que favorece un bienestar duradero.
Otro aspecto clave es mantener un equilibrio saludable entre lo digital y lo físico. A menudo olvidamos que nuestro cuerpo no está diseñado para vivir frente a una pantalla. Por eso mover el cuerpo, comer bien y practicar técnicas de relajación son esenciales para proteger tu autoestima y tu estado de ánimo.
La actividad física, por ejemplo, aumenta la producción de serotonina y endorfinas, sustancias que contribuyen a la sensación de bienestar.
Dormir bien y mantener una rutina equilibrada son fundamentales para reforzar la estabilidad emocional y reducir la necesidad de estimulación constante a través de las redes sociales.
Si empiezas a notar que las redes sociales te generan ansiedad o una autocrítica excesiva, quizá sea momento de replantearte tu relación con ellas. El objetivo no es demonizar estas plataformas, sino aprender a usarlas de forma más consciente.
Un psicólogo puede ayudarte a reconocer los riesgos y a desarrollar herramientas para fortalecer tu autoestima más allá de la pantalla. A veces, un pequeño cambio de perspectiva puede transformar por completo la manera en que te ves.
¿Te animas a desconectar de las redes para reconectar contigo?