
El estrés afecta más a la disfunción eréctil que la edad
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Cuando pensamos en disfunción eréctil, lo primero que nos suele venir a la mente es la edad. Y es que, existe una creencia muy extendida de que, con el paso de los años, los problemas son inevitables. Sin embargo, la ciencia apunta en otra dirección: el estrés es, en muchos casos, un factor mucho más determinante que el envejecimiento natural.
Vivimos en una sociedad en la que factores como el ritmo acelerado, la presión laboral y las exigencias personales afectan directamente al bienestar físico y emocional. Y uno de los primeros ámbitos en los que se manifiesta ese impacto es la función eréctil. Por eso, hoy quiero hablarte de cómo condiciona el estrés tu cuerpo, por qué puede ser incluso más dañino que tener más o menos años y qué estrategias puedes aplicar para proteger tu bienestar. Porque sí, aún puedes tomar medidas. ¿Quieres tomar algunas notas?
El estrés no es simplemente “estar nervioso”. Es una reacción fisiológica compleja que involucra al sistema nervioso, las hormonas y la respuesta muscular. Básicamente, todo tu cuerpo reacciona a situaciones donde sientes mucha presión. Pero es precisamente por eso que, cuando se activa constantemente, los niveles de cortisol (la hormona del estrés) aumentan y esto interfiere directamente en la producción de testosterona, hormona clave para el deseo y para que se produzca la erección (Lenzi, 2003).
Además, el estrés provoca un estado de alerta que prioriza la supervivencia sobre la reproducción. Es decir, tu cuerpo se enfoca en resolver la amenaza (sea la amenaza real o percibida) y desactiva procesos que considera secundarios, como la erección. Esto explica por qué en periodos de tensión laboral, crisis personales o preocupaciones constantes, aparece la disfunción eréctil incluso en hombres jóvenes y sanos.
Es cierto que con el paso de los años se producen cambios fisiológicos: la circulación puede ralentizarse, la testosterona tiende a disminuir progresivamente y la recuperación tras el esfuerzo físico requiere más tiempo. Por eso, con el paso de los años, los hombres necesitan cada vez más tiempo de media para recuperarse entre un encuentro y el siguiente (lo que se conoce como período refractario). Pero envejecer no es sinónimo de perder la función eréctil.
Numerosos estudios demuestran que hombres de más de 60 años mantienen una función eréctil satisfactoria siempre que cuiden su salud cardiovascular, mental y hormonal (Camacho et al., 2013). Por el contrario, hombres mucho más jóvenes sometidos a altos niveles de estrés tienen más probabilidades de experimentar disfunción eréctil. La clave está en comprender que la edad puede influir, pero el estilo de vida y la gestión emocional suelen tener un peso mayor.
Uno de los tipos de estrés más comunes en consulta es la llamada ansiedad de rendimiento. Este fenómeno ocurre cuando un hombre se preocupa excesivamente por “funcionar bien”, anticipando un posible fallo. Esa anticipación activa el sistema nervioso simpático —responsable de la respuesta de lucha o huida— que bloquea la relajación muscular y la circulación sanguínea necesaria para lograr la erección.
La paradoja es que cuanto más intentas controlarlo, más difícil resulta. Se genera un círculo vicioso en el que la preocupación alimenta el fallo, y el fallo refuerza la preocupación. Como resultado, cuanto más atención y energía dediques a tu rendimiento sexual, menos satisfactorias serán tus relaciones íntimas.
Algunas señales que suelen aparecer son:
Erecciones inconsistentes: a veces sí, a veces no, sin un patrón claro.
Erecciones nocturnas normales, pero dificultades en pareja.
Disminución del deseo en periodos de tensión.
Dificultad para mantener la erección durante más tiempo.
Estos indicadores muestran que el problema no es tanto físico, sino que está directamente relacionado con la carga emocional y psicológica que atraviesas. Si es tu caso, ¿qué puedes hacer?
Superar la disfunción eréctil relacionada con el estrés requiere una combinación de enfoques. No hay soluciones mágicas, pero sí herramientas muy efectivas:
La terapia psicológica, especialmente la cognitivo-conductual, ha demostrado ser muy útil para reducir la ansiedad de rendimiento (Melnik, Soares & Nasselo, 2007). Con estas terapias, además de obtener respuestas a tus dudas, puedes aprender técnicas de respiración, mindfulness y estrategias de gestión emocional que ayudan a reprogramar la respuesta del cuerpo.
No es ninguna novedad que el ejercicio físico regular, el descanso adecuado y una alimentación equilibrada sean pilares básicos para mantener un sistema circulatorio y hormonal saludable. Sin embargo, muchos hombres todavía no tienen una rutina bien definida y pierden consistencia poco después de empezar a cuidar su estilo de vida.
En muchos casos, combinar la intervención psicológica con el acompañamiento médico puede ser la mejor opción. Existen alternativas no invasivas que ayudan a mejorar la función eréctil de forma natural, sin necesidad de recurrir directamente a medicación.
Afortunadamente, hoy contamos con dispositivos diseñados para el bienestar masculino. Por ejemplo, existen opciones como MYHIXEL Ring, que te ayudan a mantener erecciones más firmes en situaciones de ansiedad. A diferencia de otros anillos para el pene, este dispositivo te permite mantenerlo puesto durante todo el encuentro sin afectar el clímax, ya que su diseño permite eyacular sin molestias ni presión en la uretra.
Aunque solemos pensar en el estrés como algo “psicológico”, sus efectos en el cuerpo son muy reales. Algunas de las consecuencias más directas que dificultan conseguir y mantener las erecciones son la tensión muscular, el aumento de la presión arterial y la alteración del flujo sanguíneo.
Esto explica por qué las técnicas de relajación y los cambios de estilo de vida no solo mejoran el estado de ánimo, sino que también tienen un impacto directo en la calidad de las erecciones.
Mi recomendación es empezar por lo sencillo:
Dedica tiempo a desconectar cada día.
Revisa tus niveles de estrés y crea espacios de autocuidado.
Consulta con un profesional si notas cambios persistentes en tus erecciones.
No te compares con los demás: cada cuerpo responde de manera distinta.
La buena noticia es que, a diferencia de la edad, el estrés está en gran medida bajo tu control. Y aprender a gestionarlo es una inversión que mejora tu bienestar en todos los sentidos.
La edad influye, sí, pero el verdadero enemigo silencioso de las erecciones es el estrés. Entenderlo es el primer paso para romper con la idea de que “todo es cuestión de cumplir años”. Al abordar la ansiedad, cuidar el cuerpo y apoyarte en las herramientas adecuadas, es posible recuperar la confianza y vivir con mayor tranquilidad.
Camacho, E. M., Huhtaniemi, I. T., O'Neill, T. W., Finn, J. D., Pye, S. R., Lee, D. M., Tajar, A., Bartfai, G., Boonen, S., Casanueva, F. F., Forti, G., Giwercman, A., Han, T. S., Kula, K., Keevil, B., Lean, M. E., Pendleton, N., Punab, M., Vanderschueren, D., Wu, F. C., … EMAS Group (2013). Age-associated changes in hypothalamic-pituitary-testicular function in middle-aged and older men are modified by weight change and lifestyle factors: longitudinal results from the European Male Ageing Study. European journal of endocrinology, 168(3), 445–455. https://doi.org/10.1530/EJE-12-0890
Melnik, T., Soares, B. G., & Nasselo, A. G. (2007). Psychosocial interventions for erectile dysfunction. The Cochrane database of systematic reviews, 2007(3), CD004825. https://doi.org/10.1002/14651858.CD004825.pub2
Lenzi, A., Lombardo, F., Salacone, P., Gandini, L., & Jannini, E. A. (2003). Stress, sexual dysfunctions, and male infertility. Journal of endocrinological investigation, 26(3 Suppl), 72–76.